Bu Fang le sacó las mangas a la túnica bermellón y le dijo a Mu Liuer: —Muy bien... vamos.
La cara de Mu Liuer resplandecía.
Er Ha tenía una tira de especias en su boca mientras se apoyaba en la silla. Al ver a Bu Fang salir del restaurante, le salieron sonidos de masticación de su boca.
Arriba, se escuchaban pasos antes de que apareciera la figura de Abisal.
—Hermana Abisal... Ese chico Bu Fang salió para ser un maestro. Tengo mucha curiosidad. ¿Cómo puede ser un maestro con esa cara de piedra? ¿No asustará a todos los jóvenes?
—Deberías ir y mirar si tienes curiosidad. ¿Quizás use tiras picantes para tentarlos? —dijo indiferentemente. Su largo pelo negro se balanceaba mientras hablaba.
Por un momento, los ojos de Er Ha se iluminaron, pero él sacudió la cabeza y respondió: —Lo que has dicho tiene sentido... Eh, no importa. Este rey sólo vagará por la Ciudad Inmortal. Es vergonzoso arrebatarles las tiras picantes a los niños pequeños.
