Hu Han observó el duro Palo Asesino de Dioses que lo apuntaba, y sus ojos se abrieron de par en par. Después un rato, este trozo de hierro había sacado un Palo Asesino de Dioses de su barriga.
«¿Palo Asesino de Dioses? ¿Qué demonios? Todos los que estamos aquí venimos de las Tierras Sagradas, por lo que tenemos el mismo objetivo. ¡Estamos en el mismo bando!».
Hu Han abrió la boca para gritar. Sin embargo, los blancos ojos de Whitey parpadearon, y el Palo Asesino de Dioses se abalanzó hacia él.
El aire pareció incendiarse en ese momento. Los diseños sobre el Palo Asesino de Dioses brillaron con llamas ardientes.
La aterradora sensación del peligro venidero cubrió inmediatamente el lugar.
¡Hu Han no imaginó que ese trozo de hierro le provocaría una sensación tan terrible!
El Hacha Asesina de Dioses giró y la hoja roja disparó de inmediato un rayo de luz. Un agudo flujo de energía salió de ella, ¡disparándose velozmente con un poder dominante!
