—¿He escuchado que quieres capturarme? ¿Matar a Bu Fang? ¿Quién eres? ¿Por qué eres tan arrogante?
La voz clara y fría resonó en la Plaza de la Gula, desconcertando a varias personas. Luego, vieron a la delgada figura levantar su blanca mano para resistir la lanza. Unas ondas invisibles de energía se extendieron.
«Esta mujer... ¿podría detener la lanza del Hijo Santo de la Primavera Celestial? ¿Cómo podría hacer eso? ¿Y era esta la criatura del Inframundo que el hijo santo mencionó?».
Xiao Yue se agarró del pecho, con su boca sangrando. Sus pupilas se encogieron cuando vio a Abisal pararse frente a él. No lo podía creer.
Bu Fang seguía sentado en su mesa, con un rostro calmo. Parecía no estar molesto, volteándose para mirarlos.
El Hijo Santo de la Primavera Celestial entrecerró sus ojos. Examinó fríamente a Abisal. ¿Esta criatura del Inframundo le dijo que él era arrogante? Qué simpático...