—¡Mocosa estúpida! ¡¿De qué sirve tenerte aquí?! ¡Solo te pedí que compraras algunos ingredientes y no hay problema si te demoras un poco más! ¡¿Pero mira que basura trajiste?!
Una voz estridente resonó en la cocina, haciendo que muchos de los comensales entrecerraran los ojos de forma involuntaria. Esta voz realmente era demasiado aguda, causándole una molestia tremenda a los oídos de las personas ordinarias.
Lo que acompañó a esa voz estridente fue el grito angustiado de una niña. Esa voz le resultó un poco familiar a Bu Fang, lo que lo hizo fruncir el ceño.
«Esa voz... ¿Era la voz de esa niña?».
—¿Qué pasó allí? —preguntó con gentileza Bu Fang a la camarera que le estaba sirviendo té.
La camarera se alarmó y reveló inmediatamente una sonrisa al responder: —No le preste atención jefe. Ese es el chef de nuestro restaurante, disciplinando a alguna mocosa revoltosa. Es bastante común aquí, por favor ignóralo. Puedes revisar que pedir.