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Un aura enorme e imponente se expandió desde el interior de la Ciudad de la Niebla Celestial, lo que hizo que el Soberano Shura, quien flotaba en el cielo con el Arco Asesino de Dioses en la mano, empalideciera de temor.
¿Cómo podía la Ciudad de la Niebla Celestial tener un aura tan aterradora?
El Rey del Inframundo ya se había marchado, ¿o no?
La flecha de luz silbaba en el aire, amenazando con atravesar a Bu Fang. La energía de la flecha de luz había creado una ráfaga tempestuosa, arrojando a un lado la arena y las piedras en la muralla de la ciudad.
Aun con esa aura terrorífica, ¿que saldría de ella?
Los profundos pero brillantes ojos del Soberano Shura miraron a la distancia. Estaba lleno de tanta confianza con el Arco Asesino de Dioses que su espíritu heroico creció en su pecho. La flecha de luz disparó centellas del color de la sangre que la atravesaban.
Fuertes vientos soplaron el cabello de Bu Fang.