En el momento en que esa luz brilló desde la pata de oso, ninguno de los presentes pudo evitar exclamar en sorpresa. La vista era realmente muy deslumbrante, y su belleza era suficiente para hacer sentir a uno ligeramente intoxicado. La deslumbrante luz y el tentador aroma era una combinación que generaba un enamoramiento en los espectadores, que se sentían casi incapaces de resistir.
—Otro plato que emite luz —dijo el gran maestro Xuan Ming con un tono serio de voz mientras entrecerraba sus ojos.
Para que un plato emitiera luz, la cantidad de energía espiritual contenida en el mismo debería haber alcanzado un nivel considerable; de otra manera, el plato en sí no podría sufrir una transformación cualitativa así y emitir un brillo tan deslumbrante.
La pata de oso estaba untada con una espesa capa de caldo rojo. El vapor que brotaba del caldo hirviendo iluminaba los contornos de la pata de oso, haciéndola verse cristalina.