—¿Qué? ¿Para qué es todo esto?
Los doctores casi estallaron en rabia cuando vieron a Bu Fang poner una expresión inocente; realmente deseaban poder quitarse un zapato y arrojárselo a su rostro.
«Si no hubieras cocinado alguna porquería con un hedor que afectara nuestras mentes, ¿cómo podríamos haber terminado explotando nuestros hornos por error? ¡Todo esto era por ese maldito chico!».
Al comienzo, habían asumido que era inofensivo, y que su participación era completamente irrelevante.
¡¿Quién demonios era irrelevante?! ¿Quién hubiera imaginado que este muchacho sería tan vil? En verdad tenía las agallas de hervir unos objetos parecidos a excrementos en la arena...
¿Podría ser más desvergonzado?
Bu Fang estaba algo desconcertado por las miradas resentidas de los doctores. ¿Acaso estos tres eran unos idiotas?