En estos días, Xiao Xiaolong se veía extremadamente terrible, y aunque se encargaba de los negocios y cocinaba según las instrucciones de Bu Fang, estaba extremadamente agotado mentalmente. Esto era por la condición cada vez peor de Xiao Meng. El veneno había entrado más profundamente en él, y su aura se había vuelto aún más débil. Parecía estar ante la puerta de la muerte.
A pesar que el emperador enviaba a los médicos imperiales a curar a Xiao Meng cada día, nadie había logrado hacerlo, así que solo podían suspirar en resignación.
Su padre moriría, pronto, así que, ¿cómo podría él, el hijo, estar alegre?
Por lo tanto, había estado ligeramente distraído.
Sin embargo, todavía tenía esperanza. Antes que Bu Fang se fuera, había informado a Xiao Xiaolong que, luego de su regreso, podría tener una manera de curar a Xiao Meng. Había mantenido esas palabras en su corazón y esperó con ansias el regreso pronto de Bu Fang.