A las afueras de la Ciudad del Sur se sentía la lluvia primaveral.
El sol que colgaba del cielo parecía una gran bola de fuego, emanando una irritante cantidad de calor. En las orillas del río Dragón, muchas personas pescaban en silencio. Contenían la respiración, esperando a que los peces se acercaran a la carnada.
A lo largo del río Dragón se podían ver botes pesqueros. Algunos esperaban con las piernas cruzadas, en total calma. Otros lanzaban sus redes de pesca al agua intentando capturar los peces más grandes.
En el Pabellón de las Diez Millas de la Ciudad del Sur.
Una fila de hombres vestidos de negro entraron. Llevaban velos y sombreros de bambú que ocultaban completamente sus caras. La energía que emitían sus cuerpos era siniestra e intimidante.
Muchas de las personas que descansaban en el pabellón fruncieron el ceño y se mantuvieron distantes de estos hombres. Ciertamente no parecían muy agradables.