—¿Quieres un poco de agua?
—Estoy bien, gracias.
—¿Y yogurt?
—Gracias, pero estoy...
—¿Y leche?
—Gracias…
—¿Un poco de frutas?
—Gracias...
—¿Cuál quieres comer? Lo lavaré por ti...
Esta vez, aparte de sacudir la cabeza, Shi Yao no pudo ni siquiera decir una palabra.
Se sentía como si estuviera sentada en una cama de agujas.
Tomando esto en cuenta, el abuelo Lin discretamente miró alegremente a la tía Sun, como si se jactara del tremendo éxito de su plan.
Por otro lado, después de decir todo lo que podía sacar de su mente en un momento, Lin Jiage se encontró momentáneamente perplejo.
Demonios, esto fue aún más agotador que hacer cien problemas matemáticos avanzados...
Y en ese breve momento en que Lin Jiage estuvo descansando, Shi Yao, que nunca había olvidado el propósito principal de su visita, aprovechó la oportunidad para dirigir su mirada al abuelo Lin y le preguntó suavemente.
