El camarero estaba en la puerta y dudaba si debía entrar.
Mo Yongheng notó que había alguien aquí, tomó la mano de Zheng Yan y le pidió que bajara el tono.
Después de que él le gritó, ella se volvió obediente. Ella se acurrucó en sus brazos, no se movió ni emitió ningún sonido. Ella simplemente levantó la vista y lo miró fijamente con sus bonitos ojos.
"Pásame el té para la resaca".
Mo Yongheng tomó el té para la resaca del camarero y quiso pasárselo para que lo bebiera. Entonces, la escuchó suspirar.
"Mirándolo más de cerca, realmente te ves bien. Simplemente no te gusta sonreír, como un asesino de cara negra. Es extraño... ¡hip! Extrañamente aterrador".
Ni siquiera quería parar cuando eructaba.
La cara de Mo Yongheng cayó y colocó el té para la resaca junto a su boca. "Bébelo. Termina todo".
