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Qi Yan curvó sus labios y dejó escapar una sonrisa en su lugar. Con una mirada que merecía una paliza, se acercó al lado de Tan Bengbeng.
—Déjame adivinar, ¿te has dado cuenta de que la condición de Tang Yuansi ya no le permite someterse a más operaciones?
—...
Tan Bengbeng entrecerró los ojos cuando vio la sonrisa en su rostro. Tenía un fuerte impulso de golpearlo tanto que ya no podía sonreír.
Sin embargo, ella tuvo que admitir que él tenía razón.
La condición de Tang Yuansi era mucho peor de lo que había imaginado.
No era de extrañar que ningún médico se atreviera a operarlo, a pesar de su grave estado.
Ya no se trataba de curarlo con una operación, sino que todo se reducía al hecho de que su cuerpo ya no podía soportar pasar por otra cirugía.