Era difícil de decir, cosas como el dinero estaban más seguras guardadas en el propio bolsillo.
En su caso, nunca le había dicho a Yu Yuehan sobre la pequeña caja fuerte que guardaba en secreto. Si ella fuese a hacer una fortuna con sus inversiones en el futuro, podría incluso hacer de él su hombre de confianza.
¡Ella sería una campesina que dio vuelta a su vida para convertirse en una propietaria!
¿No sería esa una hermosa sensación...?
Pero, viendo que la mente de Zheng Yan estaba completamente tranquila al respecto, no podía hacerla sospechar de su propio padre.
Tal vez, ella estaba siendo demasiado sensible.
—Bien, antes, cuando te conté sobre los hermanos que vivían a nuestro lado cuando era pequeña y a menudo me ponía celosa, eran Tan Bengbeng y su hermano. —comentó Zheng Yan.
—¿Quiénes? —preguntó Nian Xiaomu, atónita.