—¿Así que ahora te sientes asustada? Cuando estabas conspirando contra otras personas, ¿por qué no consideraste las consecuencias? —sin inmutarse, Yu Yuehan hizo una mueca mientras le apartaba el brazo.
¡Si Nian Xiaomu no fuera tan ingeniosa, la persona que habría sido involucrada y enviada a la estación de policía sería ella!
Cuando Yu Yuehan pensó en esa posibilidad, sus ojos parpadearon inspirando amenaza, como un Asura[i] sediento de sangre que había entrado en las puertas del infierno.
La gente necesitaba ser responsable de sus propias acciones.
¡Wen Yadai estaba pagando por sus acciones viles!
Si bien podía romper un teléfono móvil en pedazos, ¿también podría lavar todas las cosas malas que había hecho?
Yu Yuehan miró a su asistente, quien comprendió que se le había ordenado informar el asunto a la policía.
—¡No!