—¿Qué crees que siento por ti? —dijo Jiang Zuo mirándola, con sus ojos profundizándose—. Es solo la falta de voluntad de aceptar, no malinterpretes tu posición.
Si hubiese sido antes, Xue Yaoyao definitivamente se habría molestado por sus palabras.
Pero ahora que había aceptado la realidad, mantenía una mente clara.
—Nunca he malinterpretado nada, solo te lo recordaba porque no sería bueno para los dos si pasara algo. De la misma manera, no tendré más sueños irreales sobre ti. Ya te he contado todo ese día. Si lo pienso detenidamente, me parece bastante divertido que tengamos un acuerdo así, ¿no? Esta vez, he ganado bastante con la competencia. Si tienes otras ideas, podemos usar otras formas de resolver este asunto.
Jiang Zuo se rio, extendiendo la mano para apagar su cigarrillo. La frialdad de sus ojos era ahora evidente.