Bo Jiu lo cuidó con una paciencia totalmente fuera de lo común para ella.
Aunque no estaba muy versada en el cuidado de los demás, esta vez, incluso había ayudado a ajustar sus almohadas y a tomarle la temperatura.
Cada vez que le tomaba la temperatura, tenía que suprimir el impulso de atarlo y aprovecharse de él.
No era bueno.
Pero después de pensarlo un poco, no era común que el Todopoderoso fuera tan frágil.
Estaba vestido con un pijama blanco, el pelo negro y un libro de poesía en la mano, pareciéndose mucho a una belleza enferma.
Debería aprovecharse mientras pudiera.
Qin Mo levantó sus párpados, viendo la mirada satisfecha de cierta persona y su sonrisa levantada.
Parecía no poder contener su risa.
¿Qué le pasaba a ese tipo?
—¿Por qué te ríes? —Bo Jiu ladeó la cabeza.
Qin Mo solo levantó una ceja ante ese gesto. —¿Lo hice?