Fu Ximing era un chico con un gran autocontrol. Después de escuchar las palabras del gerente Li, no mostró ningún signo de éxtasis. Para un chico de secundaria, esa mínima muestra de arrogancia no era mala.
Du Ze se rio a carcajadas. No se sentía realmente engreído, sino que simplemente quería que la oveja negra prestara atención y oyera tal chisme.
¡Mira la gran diferencia entre él y el Joven Señor Fu!
El mejor escenario sería que se metieran en una pelea en la tienda y que esa noticia llegara a He Honghua.
Entonces, sin más esfuerzos desperdiciados, la compañía de He Honghua se derrumbaría.
El plan de Du Ze estaba bien, pero había algo que no esperaba.
Después de escuchar sus palabras, Fu Jiu no se enfadó en absoluto. Más bien, tomó un mouse y le preguntó al vendedor: —¿Cuánto cuesta esto?
¡Ese gesto de despreocupación mostró claramente que no podía preocuparse por ellos!
Du Ze frunció el ceño y rápidamente volvió a actuar.