Fu Jiu nunca dudó de que ellos perderían ese juego.
Ella salió por la salida del costado con una mano en el bolsillo, sin siquiera mirar.
Los compañeros de equipo de ella todavía estaban sorprendidos, mientras que miraban la espalda del joven.
Luego, ellos volvieron a mirar la pantalla, en la cual transmitían el juego.
Por alguna razón desconocida, las palabras del pequeño Espada les recordaron lo que una vez dijo el capitán: —Deberían creer en sus compañeros de equipo una vez que estén en el campo de batalla.
Los dos tenían siempre tanto en común que era impactante.
Fu Jiu no pensó mucho más porque ella de verdad tenía sed. Llegó hasta enfrente de la máquina expendedora, sólo para darse cuenta de que no tenía suficientes monedas en el bolsillo. Ella solo tenía un chupetín.
Ella le sacó el envoltorio con los ojos entrecerrados y se lo puso en la boca.