Al escuchar esas palabras, Fu Jiu extendió los dos brazos. Tenía el uniforme del colegio suelto y, cuando arqueó las cejas de manera hermosa, miró engañosamente inocente.
—Hermano Mo, sabes cuán espontáneo soy, ¡¿así que cómo puedo ser yo quien está al final?!
-Tú te ves por completo como el que está al final.
Qin Mo, descuidadamente, tiró los libros al costado. Sonaba real y distinguido, mientras añadía: —Justo como los lindos, que están siempre al final.
Fu Jiu calló.
¡Ella no sabía si debía tomar eso como un cumplido!
La habilidad del Todopoderoso con la venenosa lengua generaba seriamente heridas internas en la gente.
—Tú siempre estás leyendo semejantes libros. Con razón estás en el último lugar de la clase.
Qin Mo se paró derecho y alto como un trozo de una estatua de jade. Tenía la mano izquierda en el bolsillo y con la mirada se burlaba de esa porquería académica.