La delicada carita de Desoleón estaba llena de seriedad mientras miraba fijamente a la pequeña botella que tenía enfrente.
—Ven aquí... Todos ustedes, vengan aquí...
Había una serie de voces intermitentes que venían de muy adentro del pantano. Desoleón sintió una sensación de alivio. Como león orgulloso, era muy difícil para él comer cosas que habían sido escupidas de la boca de otro.
—Gao Peng, alguien parece estar llamándonos. Vamos a echar un vistazo —dijo Desoleón rápidamente.
Gao Peng no desenmascaró al león orgulloso. Sonrió, y el grupo de familiares exploró las profundidades mientras seguían la dirección hacia la fuente de la voz. Después de caminar unas 20 millas, la voz se hizo cada vez más distintiva y clara.
Finalmente, Gao Peng vio un árbol blanco. Un árbol solitario crecía en medio del pantano, sus ramas blancas como el jade, limpias y simétricas. Una cosa peluda de color púrpura estaba en la copa del árbol.