Cada familiar tenía su propia forma de ingerir la Momia de Dios. Algunos tenían los ojos muy abiertos e intentaban tragarla, mientras que otros estiraban la boca y trataban de meterla. Otros cerraban los ojos e intentaban tragar con fuerza. Otros se sentaban en el suelo y se acariciaban la calva sin pelo mientras la rasgaban en pedazos.
Tontín permaneció en su posición original, en silencio, bajó la cabeza y miró sus costillas huesudas. Hubo un momento de silencio cuando colocó su mano derecha en la parte superior de la Momia de Dios y una niebla negra envolvió el objeto. En la niebla oscura, la expresión de Tontín se volvió borrosa y solo se veían dos tenues luces rojas que parpadeaban.