Gao Peng se mantuvo ocupado durante todo el viaje. Todas las noches hablaba por horas con Tontín y le ayudaba a destilar el dedo blanco como la nieve, que emitía un brillo frío.
Integrar estos huesos extraños a su propio cuerpo no afectaba a Tontín en lo absoluto. Su físico único le permitía fusionarse libremente con otros esqueletos. Luego convertía los huesos de esos esqueletos en suyos con la finalidad de absorber completamente sus nutrientes. Por supuesto, esta no era una habilidad exclusiva de Tontín. Muchos monstruos tipo hueso podrían acelerar su evolución utilizando este método.
Esto también demostraba lo importante que era tener un buen cadáver. La vida era una competencia. Incluso en la muerte, los seres competían a través de la calidad ósea.
Tontín finalmente logró integrar a su esqueleto el hueso del Dios. Las otras partes de su cuerpo no podían soportar su poder, únicamente sus dedos deificados apenas podían manejarlo.