—Sin robar, sin robar. Todos tendrán comida.
La carretilla avanzó por las calles de la Ciudad de la Esperanza y se detuvo en la esquina. El enjambre de personas que habían estado esperando durante mucho tiempo se lanzó hacia adelante.
—¡Ponganse en línea! Hay suficiente para todos. ¡Sin robar; los que roben pueden olvidarse de comer esta noche! —rugió la persona vestida con el uniforme de seguridad.
¡Clang! De pie junto a él había un Caballero de Hierro que parecía una construcción de hormigón y acero. La armadura del Caballero de Hierro irradiaba una luz fría y su poderosa aura dejaba sin aliento a la gente.
El caballero levantó la lanza fría en su mano, la cual irradiaba una luz fría. ¡Ding! Se escuchó un sonido claro cuando golpeó el suelo.
—Cuidado, este camino acaba de ser pavimentado. Pudiste haber dejado una gran abolladura —gritó el guardia imperial vestido con uniforme de seguridad.