Cuando escucharon las palabras del director, los ojos de los cinco estudiantes que estaban parados detrás de él se iluminaron. La actuación del director ayer los había dejado a todos encantados y sinceramente dispuestos a trabajar más duro.
Esa patada dominante había destrozado una de las paredes del aula. Habían escuchado que fue la patada del director la que causó el mayor daño en la batalla. Si se pusieran en los zapatos del director y se pararan donde él había estado, temían haber sido asesinados al instante.
—Tengo que decir algo que a ustedes no les gustará escuchar: esperar ganar el campeonato con los familiares que tienen ahora no es más que un sueño —dijo Gao Peng sin piedad.
Gao Peng había sido demasiado holgazán para atacarlos el día anterior, porque había querido infundirles confianza. Sin embargo, dado que se estaban preparando para ganar el campeonato ahora, tuvo que hacerlos conscientes de la brecha entre sus sueños y la realidad.