Eso de quedarse para salvar a los amigos solo pasaba en las películas. Nadie gastaba esfuerzo en cuidar de otro, lo principal era más bien correr más rápido que él.
La araña se desplazó hacia delante. Aunque parecía lenta, tenía bastante velocidad.
Era parecido a esos juegos donde había que pegarle al topo: cada vez que sus patas subían y bajaban, se levantaban sombras grises en el aire. Los Familiares que estaban debajo, avergonzados, evadían sus ataques. A algunos desafortunados los alcanzaba y terminaban colgados de las enormes patas, como cuerdas de candelabro.
…
Afuera del Bosque Brasa Oscura, una sombra sobrevoló desde lejos.
—La misión fue completada más rápido de lo que pensé—dijo con una sonrisa el oficial de gobierno.