Los gritos del Dragón de Tierra Saprófito fueron interrumpidos cuando Rayitas se lo tragó por completo.
Un humo negro salía de las fosas nasales de Rayitas. Tosió un par de veces, como si su merienda no estuviera de acuerdo con eso. El humo negro de sus fosas nasales se fundió gradualmente con las nubes oscuras y siniestras sobre la cabeza de Rayitas.
Gao Peng acarició distraídamente a Boba mientras observaba a la enorme araña devorar su comida.
A veces odiaba su habilidad. Con ella, podía saber lo que alguien estaba pensando con simplemente analizar sus expresiones faciales. Esta capacidad de captar cada detalle aparentemente trivial en su entorno era tanto una bendición como una maldición para él.
Por eso, Gao Peng rara vez la usaba cuando interactuaba con otros.
—¡No eres bienvenido aquí! —rugió el Monstruo del Pilar del Desierto.