Gao Peng miró al apóstol de túnica dorada sin decir nada. Al cabo de un rato, le ordenó a Xiao Cao que salvara al hombre que estaba al borde la muerte.
Poco a poco, el rostro del apóstol con túnica dorada recobró su color. La hemorragia en la comisura de su boca se detuvo, y ahora respiraba con más calma.
El hombre estaba muy contento. Nunca se había sentido tan bien. Era como si le hubieran dado una nueva oportunidad de vida.
—Me gustaría estudiar a su Familiar —dijo Gao Peng, agachándose a su lado.
El apóstol de túnica dorada se detuvo por un momento, sin saber si había escuchado a Gao Peng correctamente. Entonces, él asintió furiosamente.
—Está bien. Es todo suyo.
De repente sintió una punzada de dolor ante la perspectiva de entregarle su Familiar a Gao Peng. Sin embargo, mientras aún estuviera vivo, siempre podría cambiar los roles con aquellos que lo habían ofendido…