—¿Me escuchas, por favor? Sigo siendo tu entrenador, ya sabes…—suplicó Qian Wuliang con los dientes apretados.
Sabía que forzar la firma de un Contrato de Sangre en el cocodrilo en su estado lesionado en aquel entonces había sido una cosa indecorosa, pero había hecho más que suficiente para compensarlo desde entonces.
—Alguien ha venido a desafiarte. ¿Aún recuerdas el dragón blanco que viste el año pasado? El que vino a desafiarte es el nieto del entrenador del dragón blanco.
El Rey Cocodrilo de Ojos Rojos, que había estado tomando el sol todo este tiempo, finalmente abrió un ojo, revelando una hendidura negra detrás de su párpado. Miró fríamente a Qian Wuliang.
Un estruendo bajo llenó su cabeza a través de su Contrato de Sangre.
—¿El dragón blanco ha venido a desafiarme?
—No, probablemente un esqueleto andante.
—Oh.
El Rey Cocodrilo de Ojos Rojos cerró su ojo una vez más.
