Tanto Tontín como Flamita eran demasiado grandes para subir las escaleras.
Gao Peng guió al resto de sus Familiares escaleras arriba, dejando a esos dos en la parte de abajo.
Un par de cabezas se asomaron por la parte superior de las escaleras, observando con curiosidad a Tontín.
Tontín, naturalmente, notó a los pequeños mocosos echando un vistazo en la distancia. Sin embargo, no les hizo caso.
—Eso es un esqueleto andante —murmuró uno de ellos.
—Es un monstruo —lo corrigió uno de sus amigos.
—Uno de aspecto feo.
—Ugh, es tan feo. ¡Ni siquiera tiene carne!
—¿Para qué necesita carne un esqueleto andante?
—Una vez me metí con ese montón de huesos —proclamó en voz alta uno de los chicos más grandes.
—Mentira. No hay manera de que te hayas atrevido a hacer tal cosa…
—¿A qué hay que temer?
El niño tomó una piedra y se la tiró a Tontín.