—¡Je, je, je!
La risa maníaca de Doradito llenó todo el lugar. Salvaje, brutal, sanguinaria y tiránica.
Esta era la primera vez que Gao Peng veía a Doradito tan alterado. Quizás este era el poder del dinero.
¡Bum!
Una ráfaga de viento sopló por todo el lugar, creando un fuerte zumbido. El cabello rubio de Daisy se había desordenado por el viento, y tuvo que sujetar su falda para evitar que se levantara.
Doradito se movía extremadamente rápido, mucho más rápido de lo que uno podría esperar de una criatura de su tamaño. Tenía los ojos fríos y se precipitaba con el viento.
El Dragón del Mar gruñó y creó una marea, inundando todo el lugar.
Había creado un entorno en el que podría prosperar. Era como si hubiesen arrojado a un pez repentinamente de la tierra al agua. Su velocidad fue acelerando considerablemente.
Su cuerpo azul verdoso apenas podía verse nadando bajo el agua.