Tontín estaba jadeando. Delante de él yacía el Escorpión Gigante de las Orillas del Lago.
La sangre seguía saliendo de las heridas del Escorpión Gigante de las Orillas del Lago. El suelo se tiñó de rojo con su sangre.
Luchó por abrir sus cansados párpados, retorciéndose, mirando a Tontín con miedo. Quería retirarse, pero cada paso en retroceso hacía que perdiera una gran cantidad de sangre.
Dejó escapar un gemido temeroso e impotente.
Tontín lo miró en silencio y luego avanzó. Sostuvo la cabeza del escorpión y le dio un suave giro al cuello.
Después de matar a este monstruo, la expresión de Tontín no cambió en absoluto.
Levantó la cabeza y miró al cielo. Luego, se dio la vuelta y Tontín, de 16 pies de altura, miró a Gao Peng.
Tontín se arrodilló y abrazó con cuidado a su amo.
Quería abrazar a su maestro porque temía que pudiera volverse demasiado grande en el futuro y no pudiera abrazar a Gao Peng nunca más.