La policía llegó al estudio justo tres minutos después de que la araña matara a los ladrones. Cuando salieron del ascensor, descubrieron la puerta hecha añicos y pedacitos de vidrio por todo el piso. La puerta se abrió y se encendieron las luces. Algunos oficiales de policía tuvieron un mal presentimiento y entraron rápidamente al edificio. El olor a sangre llenaba el aire.
—¡Arriba las manos!
Un par de policías apuntaron a Gao Peng, el único con vida en el lugar.
—¡No se mueva! ¡Ponga las manos sobre la cabeza y agáchese!
Gao Peng estaba muy tranquilo. No había necesidad de ser un idiota y comenzar a gritar que era inocente. Cruzó las manos detrás de la cabeza y dijo:
—Soy Gao Peng, la víctima. Pueden revisar mi información.
A la vez, se aseguró de que Rayitas no mostrara nada de hostilidad.
—La policía no daña a ciudadanos que respetan la ley y los chinos no golpean chinos —dijo Gao Peng mientras se agachaba.