Después de observarlo en silencio durante unos segundos, Klein caminó hacia adelante hasta llegar a la escalera para bajarla con cuidado.
La luz circundante se atenuaba gradualmente acompañada de un brillo gris y brumoso que envolvía el mundo extremadamente silencioso. En el momento en que Klein empezó a bajar la escalera, la sensación de estar encerrado dentro de una habitación oscura y silenciosa fue intensificándose cada vez más. Lentamente, sus oídos podían escuchar su propia sangre corriendo con su corazón latiendo.
Este último comenzó a acelerarse al ser invadido por el pánico y el horror que apenas podía controlar. Klein centró su mente mientras imaginaba los diversos puntos esféricos de luz para recuperarse y estabilizar sus emociones.