Ji Ning abrió los ojos y miró las hermosas flores de Loto de Sangre que flotaban a su alrededor. Aunque su aura funesta llenó toda la región, el aura no podía disimular su belleza. Ning casi sintió que podía ver a una mujer deslumbrantemente hermosa rodeada por ese mar de sangre cuyo rostro era el de la mujer que más deseaba ver. Ella permaneció en silencio allí, entre las flores de Loto de Sangre, sonriéndole.
—Hermana aprendiz mayor —murmuró.
Se quedó en silencio por un momento, luego agitó la mano y recuperó las flores de Loto de Sangre. Entonces, Ning se sentó en la posición de loto y comenzó a entrenarse en el Dios Mundial Solitario.
Una profunda quietud lo rodeaba. Su ritmo cardíaco comenzó a disminuir, casi se detuvo. Su flujo de sangre comenzó a detenerse también. Ning simplemente se sentó allí, como si se hubiera convertido en un árbol solitario y marchito. Sin embargo, sus sentidos eran más agudos que nunca.
