Dentro de ese continuo sellado, el dominio del Dao de la espada de Ji Ning solo podía extenderse hasta una distancia de mil millones de kilómetros. El poder invisible del Reino Sagrado era simplemente demasiado fuerte.
—¡Ataquen! Una vez que el dominio de Señor Dao Norte Oscuro nos invada, estaremos muertos —envió mentalmente un Señor Dao de alas negras.
Dado el poder de Ning, incluso Hegemones y Emperadores caerían en su dominio a menos que estuvieran protegidos por tesoros increíblemente poderosos. Ni hablar de meros Señores Dao, con ellos podría jugar como quisiera.
—¿Quieres atacarme con una cantidad de poder tan minúscula? —dijo Ning e inició su ataque al transformarse en un rayo de luz que voló hacia el Señor Dao que tenía más cerca.
Los nueve Señores Dao estaban separados en los márgenes de este continuo sellado, cada uno estaba en una dirección diferente. De esa forma, si Ning quería luchar con ellos, tendría que ir uno por uno.
—¡Matar!