Lo que no sabían era que Ji Ning en realidad no "gritaba". Acababa de dominar su Dao de la Espada del Viento, por lo que quiso probarlo y sopló un poco, pero el aire se había movido a velocidades tan increíbles que todos los exiliados quedaron impactados.
—Es aterrador.
—Pudo matar a varios Hegemones con facilidad a una distancia de cientos de miles de millones de kilómetros. Es insondablemente poderoso. Todos los Hegemones y Emperadores en el Purgatorio combinados podrían tener una oportunidad, pero si lucháramos por separado, seríamos derrotados uno por uno.
—Unamos fuerzas. Nuestra única oportunidad es esa.
Los exiliados eran todas figuras extraordinariamente talentosas, así que al instante supieron lo que tenían que hacer. ¡Pero ya era demasiado tarde!
—Ahora que he dominado el Dao de la Espada del Viento es hora de atacar. Ciertamente no puedo ganar una guerra de desgaste contra ellos —pensó Ning y se puso de pie.