Cuando pasó el quinto día, Jin Yunshan no se veía feliz en absoluto. De hecho, fue casi como si acabara de ser abofeteado por una mano invisible.
Unas horas antes, había afirmado audazmente que Meng Hao no duraría cinco días. Pero aquí estaba Meng Hao, todavía sentado allí, y con calma, sin más temblores.
La escena lo dejó muy sombrío. En cuanto a todos los demás presentes, se podían ver expresiones extrañas en sus rostros.
Independientemente, las sospechas que la gente tenía con respecto a Meng Hao ahora estaban profundamente arraigadas en ellos; incluso si durara seis días, todavía tendrían sus dudas.
A menos que ... pudiera realizar un milagro, algo tan asombroso que alejaría cualquier sospecha persistente. Si Meng Hao lo hiciera, entonces su estatus y grandeza alcanzarían un nivel inimaginable.
"¡Seis días es su límite!" Jin Yunshan gruñó. Sus palabras fueron recibidas con silencio mientras todos se concentraban en mirar a Meng Hao.
