La cara de Meng Hao estaba sombría mientras atravesaba el túnel a toda velocidad. Si hubiera alguien capaz de ver todo debajo de la superficie de esa primera masa terrestre, vería que dentro del largo túnel, había cuatro cámaras de piedra.
Meng Hao se dirigía hacia arriba a través del túnel hacia la superficie de las tierras y, al mismo tiempo, se acercaba rápidamente a la cuarta cámara de piedra, que también era la cámara final.
Tenía los ojos inyectados en sangre y se movía a una velocidad increíble. Innumerables pensamientos e ideas pasaron por su cabeza, y se volvieron cada vez más desordenados. Se estaba poniendo aún más ansioso.
Unos días después, la cuarta cámara de piedra apareció frente a él. Redujo la velocidad y se detuvo justo fuera de la cámara. Permaneció allí en silencio durante un largo momento, tomándose el tiempo para calmar su mente y su corazón. Luego, entró en la cámara con los ojos brillantes.
