La mente de Meng Hao estaba tambaleándose. Las fluctuaciones que emanaban de la lámpara de bronce se hicieron más fuertes, y llegó al punto en que supo que si perdía esta oportunidad, podría tener graves ramificaciones en el futuro.
Aún más impactante para Meng Hao fue que en su momento de vacilación, casi sintió como si la lámpara de bronce fuera a estallar fuera de él y volar hacia el abismo por su propia cuenta.
No dudó ni por un momento más. Lanzando una mirada fría a la intensa luz dorada que disparaba hacia él desde el joven vestido de oro y el Sexto y Octavo Paragones, y mirando a su alrededor a las figuras brutales y codiciosas dentro de la niebla, de repente se disparó hacia abajo. La luz y la niebla pasaron sobre el lugar que acababa de ocupar y, al mismo tiempo, se estrelló contra el gigante.