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Meng Hao suspiró al ver la fanfarronada del Patriarca Reliance, y de repente sintió que se le acercaba un dolor de cabeza.
—Nunca te golpeé en la cabeza cuando eras pequeño, ¿verdad?
Desafortunadamente, las palabras de Meng Hao sólo sirvieron para irritar aún más al Patriarca Reliance. Sus ojos se volvieron de color rojo brillante cuando aparentemente recordó algo, tras lo cual rugió:
—¡Meng Hao, pequeño bastardo, voy a terminar con las cosas entre nosotros ahora mismo! ¡Toma esto!
Aullando, con un aumento de energía, el Patriarca Reliance comenzó a mover sus relativamente torpes piernas en un patrón especial. Sus ojos comenzaron a brillar con fuerza cuando, inesperadamente, su qi y su sangre comenzaron a fluir de una manera única, como si realmente fuera a luchar a muerte.