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—Chico listo —dijo la codicia, lamiéndose los labios, los ojos brillando misteriosamente—. Parece que no debería comerte. Tal vez un poco de búsqueda del alma me ayudaría a entender mejor el estado actual del mundo inmortal —La codicia se dirigió hacia Xuan Daozi, acercándose a él sin importar cómo tratara de evadirlo. Una vez más, agitó su dedo, golpeando el pecho de Xuan Daozi, causando que se descompusiera y se marchitara rápidamente.
Xuan Daozi soltó un grito aterrador mientras su fuerza vital volvía a florecer de forma explosiva. Su cara estaba cenicienta, casi desesperado. Podía sentir el aura de la muerte irradiando del dedo de la codicia, y sin embargo, cuando esa aura entró en él, la destrucción y la muerte que sintió estimuló sus poderes latentes, haciendo que la fuerza vital en su carne y sangre floreciera.