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La llama de la fuerza vital ardía feroz en los ojos de Meng Hao, poseído por la codicia, como si un mar de fuego existiera en él. Sin embargo, ese mar de llamas se reducía cuando el cuarto fruto del Nirvana de su frente lo succionaba.
¡Ese fruto del Nirvana parecía un pozo sin fondo!
Las veces que Meng Hao había absorbido el cuarto fruto del Nirvana antes, sólo había podido aguantar un breve momento antes de detenerse. El fruto del Nirvana salía de él por su propia voluntad; de no ser así, habría sido succionado hasta quedar seco.
Además, cada vez que la usaba, se producía un período de debilidad posterior, un tiempo que había que dedicar a la recuperación. Ese fue el obstáculo que le impidió entrar en el Reino Antiguo; si no podía absorber completamente esa cuarta fruta del Nirvana, entonces nunca podría hacerlo.