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La niebla de sangre que salió del cuerpo del Patriarca usaba su esencia-sangre para liberar las almas que había refinado a lo largo de incontables años de cultivo. La aparentemente infinita cantidad de espíritus explotó en el cielo estrellado, donde se transformaron en una enorme máscara, la cual se retorcía, y se oían gritos estridentes, como si desearan consumir todo para disipar su dolor.
Los gritos que dejaban salir no podían ser escuchados por los seres vivos, eran nacidos de la muerte, y sólo resultaban en ondas amorfas e ilimitadas.
Las ondas se extienden a través del cielo estrellado como si estuvieran sobre la superficie del agua. A medida que los anillos se expandían, las leyes naturales temblaban y caían en retirada. Incluso la voluntad del Reino de las Montañas y los Mares parecía huir de la zona afectada.