La última vez que Meng Hao vino aquí, los cultivadores se habían reunido en busca de buena fortuna. Ocasionalmente, los Lagos del Dao entraban en erupción. Si aparecían las proyecciones del Dao, éstas ofrecían una oportunidad para la iluminación. O si los cultivadores de los alrededores tenían suerte, objetos mágicos podían salir disparados, lo cual sería un verdadera buena fortuna.
Justo en ese momento, había cultivadores presentes en los lagos, buscando oportunidades de buena fortuna. Fue en este punto en el que Meng Hao bajó del cielo como un meteorito.
—¿Qué... Qué es eso?
—¿Una estrella fugaz?
—No, es una persona. ¡Un cultivador! ¿Qué... Qué está haciendo? —Cuando la gente vio lo que parecía ser una estrella fugaz, sus ojos se abrieron y sus mandíbulas se cayeron. Nunca habían oído hablar de alguien que usara tal método para intentar llegar al lago central de Dao.