—Compañero Daoísta ¿Qué acabas de decir? —Los ojos de la joven se abrieron de par en par, y su corazón comenzó a latir con incredulidad.
—Dije que esos son los siete que NO quiero. Los demás, me los llevo —Meng Hao permaneció tan tranquilo como siempre, pero cuando vio la mirada en el rostro de la joven, un sentimiento se elevó en su corazón que nunca antes había sentido. Pensó en una vez en el condado de Yunjie cuando pasó por una tienda y vio al Administrador Zhou comprando cosas de la misma manera que lo estaba haciendo ahora.
La expresión de la cara de ese vendedor, y su tono de voz, era exactamente la misma que la de esta joven ahora.
Estaba jadeando, e incluso se sentía un poco mareada. A lo largo de todos los años que había trabajado en ese lugar, había visto muchos, muchos tipos de cultivadores. Sin embargo, era la primera vez que se encontraba con alguien como Meng Hao.