Las Ruinas de la Inmortalidad eran restos desmoronados del Mundo Inmortal. Eran un lugar tal que ni siquiera los expertos del Reino del Dao ordinarios podrían abrir, y mucho menos tallar las rocas para llevarlas como recuerdo. Todo lo que podían hacer era mirar a las ruinas flotar allí por toda la eternidad.
Sólo poderosos expertos como los Señores de las Nueve Montañas y el Mar podrían estar calificados para tomar una parte de las Ruinas de la Inmortalidad. Por ejemplo, el Patriarca de la primera generación del Clan Fang había tomado un trozo de las Ruinas de la Inmortalidad para albergar en su mausoleo.
Cuando Meng Hao vio un trozo de las Ruinas de la Inmortalidad de 30.000 metros flotando en su camino, su corazón comenzó a palpitar con entusiasmo, y su garganta se secó. Este trozo no era tan grande como el que había tomado el Patriarca de la primera generación, pero aún así era como un treinta por ciento del tamaño de aquel, lo cual seguía siendo enorme.