Dao-Cielo tuvo una repentina e intensa premonición de que si no hacía algo para impedir que el aura de Meng Hao se elevara de forma explosiva, entonces podría muy bien terminar en medio de una catástrofe mortal.
—Maldita sea, ¿cómo puede este Meng Hao ser tan fuerte? —Era extremadamente raro que Dao-Cielo se encontrara con alguien que le hiciera pensar de esa manera.
—¡Vete a la mierda! —Dao-Cielo se las arregló para empujar a Yuwen Jian, y luego dio un paso adelante en medio de estruendosas explosiones. Yuwen Jian no era rival para él; incluso con el hacha de guerra, se vio obligado a retroceder. Sin embargo, no eludió la lucha. Rugiendo, desató todo el poderío de su cultivo de cuerpos, peleando ferozmente contra Dao-Cielo para ganar tiempo.
Meng Hao se estremeció cuando alcanzó una altura de 72 metros. Todos sus meridianos inmortales estaban ahora fusionados en uno, y estaba rodeado por una brillante luz azul.