Yuwen Jian seguía sentado detrás del escudo en la montaña, y mientras miraba lo que estaba pasando, comenzó a jadear. En ese momento, Meng Hao ya le había causado una profunda impresión.
Meng Hao miró a Hai Dongqing, y luego dijo con frialdad: —¡Y ahora, es tu turno!
Su energía hizo erupción, y la sanación de su cuerpo por su estrato Eterno fue claramente visible.
Los ojos de Hai Dongqing se abrieron mucho. Descubrió que la fuerza de su oponente era aterradora, y hacía tiempo se había llenado de sorpresa. Había presenciado personalmente cómo Meng Hao había asesinado a sus dos compañeros, usando tácticas despiadadas y ataques que parecían relámpagos. Todo eso hizo que su corazón palpitara.