—¡¿Cómo te atreves?! —Las nubes sobre la Octava Nación se agitaron. La carroza de guerra se deslizó en el aire, arrastrada por 1.000.000 de almas, causando que la oscuridad de la noche se extendiera rápidamente. En ella estaba Lin Cong de la Cuarta Montaña. Parecía un emperador de la muerte, con el poder de los manantiales amarillos, su voz resonaba como un trueno.
La cara de Meng Hao estaba tranquila, pero en su interior, reflexionaba sobre cómo su anterior creencia de que estaba en la cima absoluta del Reino Inmortal se había demostrado errónea durante su batalla con Han Qinglei. Cada persona que se unía al Eslabón poseía diferentes destinos y tipos de buena fortuna. Eran personas con las que otros cultivadores simplemente no se podían comparar. Se podría decir que cada miembro tenía su propio y único camino, y por lo tanto... Cada uno era diferente.
¡Los caminos eran diferentes, y por ello, los cultivadores del Eslabón eran todos distintos!