Fue cuando Meng Hao se alejó volando a toda velocidad que vio a Su Yan volverse transparente; los escarabajos negros la ignoraron y comenzaron a dirigir su atención hacia él.
La mujer no era completamente invisible; su contorno era todavía vagamente detectable. Sin embargo, no aprovechó esa oportunidad para huir. En cambio, siguió al mar de insectos, sonriendo. La expresión de su rostro era muy familiar para Meng Hao.
—¡Aprovechando mi desgracia! —Su corazón se volvió negro de odio. Era una de sus cosas favoritas, pero ahora, los papeles se habían invertido. Ahora era objeto de las maquinaciones de otros, lo cual era algo que simplemente no podía aceptar.
—Esta mujer sólo espera a que me canse de ser perseguido. ¡Entonces intentará extorsionarme! ¡Debe tener sus ojos en mis piedras espirituales inmortales! —Cuando se dio cuenta de eso, resopló fríamente.
